24 de febrero de 2012

Un día se va para no volver...

¿Os acordáis de cuando eráis pequeños? Que no habían preocupaciones, ni mentiras, ni dolor... Era todo perfecto: los reyes venían cada cinco de enero por la noche, el ratoncito Pérez aparecía cada vez que se te caía un diente... Y de repente un día te enteras de que todo es mentira, no hay ni Papá Noel, ni elfos que te desordenan los zapatos, ni hadas que son capaces de hacer que no tengas pesadillas. Nuestro mundo de niños sin preocupaciones desaparece, y nosotros empezamos a entrar en otro mundo en el que nos enseñan a ser adultos. Se acabó la plastelina en clase de plastica, los helados en invierno y salir todas las tardes al parque con tus amigos y llorar desconsoladamente a la hora de volver a casa... No, eso ya no existe, todo se sustituye por las reglas y el compás en clase de dibujo técnico, las cenas más sanas y las tardes enteras estudiando para el jodido examen. 
Tu familia te dejan de tratar como una niña y comienzan a atribuirte responsabilidades y cada vez lo odias más...

L. Anna.