5 de mayo de 2013

Yo veo el vaso cansado

Un día, una psicóloga en una clase de ayuda grupal cogió un vaso lleno por la mitad, lo levantó, y en cuanto todo el mundo se disponía a mentir y decir que en efecto, veían el vaso medio lleno, ella no preguntó lo que se correspondía con tal respuesta. En su lugar dijo:
-¿Cuánto pesa este vaso?
Los oyentes se quedaron perplejos, pero todos respondieron, pesaría unos doscientos gramos. Y la respuesta hubiera sido correcta en un laboratorio, pero la psicóloga tenía una respuesta alternativa:
-Por supuesto, este vaso ahora mismo puede pesar doscientos gramos, y mi brazo sabe que pesa eso, pero si estuviera tres horas con el brazo levantado sujetando el vaso, mi brazo puede pensar que el vaso ha multiplicado su peso por cinco. Es más, si me paso el día entero alzando el vaso acabaré con el brazo cansadísimo y no sabré si tengo un brazo o un ejercito de agujetas. Bien, pues esto es lo que hacen nuestros problemas. Si pensamos en ellos diez minutos al día le daremos la importancia que se merecen, si estamos tres horas dándole vueltas quizás parezcan más grandes de lo que son, pero si estamos día sí y día también con ellos en la cabeza al final acabaremos por volvernos locos.