¿Alguien sabe cuál? ¿No? ¿Nadie?
El columpio. Yo quierodio con todo mi ser los columpios.
El otro día me subí a uno. Al principio me sentí un poco estúpida, la verdad. Las madres del parque me miraban como si estuviera cometiendo un crimen, aunque sé que por dentro se morían de envidia. Comencé a mecerme, el viento echaba mi pelo hacia atrás, pero todo mi cuerpo tenía la sensación de que iba a contracorriente. Por un instante cerré los ojos, en cuanto los volví a abrir pensé, por una milésima de segundo podría tocar el cielo, que saltaría, me engancharía a una nube, y me hubiera quedado allí eternamente. Pero el tiempo es efímero, y esa milésima de segundo pasó demasiado rápido. Pisé la realidad con los pies, y recordé la diferencia entre la imaginación y la realidad. La clara diferencia entre la libertad de poder volar en dirección contraria y la opresión de la sociedad para hacernos con moldes.
Por esa milésima de segundo amé con todo mi ser a ese columpio. Luego, el resto del segundo, lo maldije por no dejarme en esa nube.